Protegiéndose el rostro con mascarillas sanitarias y trapos mojados, los residentes de Moscú combatían este sábado el sofocante humo provocado por los peores incendios forestales registrados en el país en décadas.
Los incendios han generado preocupación por la seguridad de la central de investigación nuclear más importante del país, en la ciudad de Sarov, ubicada en una de las zonas más golpeadas por los incendios y a la que fueron enviados miles de socorristas.
Las autoridades también vigilan de cerca la situación en la región de Briansk (oeste del país), donde la tierra se encuentra aún contaminada a causa de la catástrofe nuclear de Chernobil en 1986.
El humo -fácilmente visible en las imágenes espaciales de la NASA- consiguió colarse en hogares y oficinas de la capital rusa, e incluso dentro del metro de Moscú, uno de los sistemas de transporte construidos a mayor profundidad en el mundo. En las carreteras, los conductores se veían obligados a utilizar las luces delanteras de sus coches en pleno día, para ver a través del humo.
"La situación es verdaderamente extrema. Las personas se encuentran en circunstancias en las que no deberían vivir", señaló el doctor Ivan Yurlov, de la Liga para la Salud de la Nación, al diario Kommersant.
En Domodedovo, uno de los aeropuertos internacionales de Moscú, al menos 40 vuelos fueron cancelados y muchos otros habían sido desviados hacia otros aeropuertos, informó la Agencia Federal de Transporte Aéreo (Rosaviatsia).
"La visibilidad en Domodedovo es de 325 metros: corresponde al capitán de la aeronave tomar la decisión de aterrizar o no", indicó el funcionario de la Rosaviatsia, Serguei Izvolsky, a la agencia Interfax.
El otro aeropuerto importante, Sheremetievo, funcionaba con normalidad.
Tras la recomendación de expertos de salud de que la mejor solución era salir de la ciudad durante el fin de semana, los viajes turísticos al extranjero se agotaron por completo y los billetes de trenes y aviones rápidamente se acababan, señalaron varias agencias de noticias.
Entre tanto, los incendios forestales no daban señales de aplacarse y el fuego consumía un área de unas 193,500 hectáreas en todo el país.