“Vas de “Já”…”
El gordito iba al arco, eso taba clavau. Es una ley no escrita y de esas que se cumplen a rajatabla, si corrías poco y taba pasadito de peso, cálzate los guantes que entrás. Y lo más pior de todo, es que el más grande de la barra lo ponía ahí porque lo creía un inepto, y resulta que el muchachito de mejillas rosadas, se daba vuelta atajando!! Y el “bravucón” del barrio se enojaba mucho y el dueño de la pelota se daba media vuelta, se iba y nos dejaba sin entretenimiento de tarde primaveral.
Si tenías unos kilos de menos, como me pasaba a mí, pero de cualquier manera eras un “chancleta” pal fútbol, como me pasaba a mí, te ponían de “já” (hoy sería lateral), como me pasaba a mí. Me encantaba cuando terminaba el partido, salía corriendo a buscar la pelota pa dársela al árbitro, era el único momento que la tocaba. A lo único que le pegaba era a rivales y hasta a algún compañero que se entreverara en la jugada. Me acuerdo una vez, yo jugaba en Filarmónica, en categoría de 7 años, jugábamos contra Cerrito, en la cancha de ellos que era, y sigue siendo, un pozo inserto en un barrio, en medio de un, justamente, un cerro.
Al principio, cuando se creó el club, hubo diferencias en cuanto al nombre, algunos optaban por llamarlo “el cerro”, otros querían ponerle “Pozo FC”, al final mediaron por llamarlo “Cerrito”. Bueno, íbamos perdiendo bien, como era la costumbre, y eso a mí me encantaba… sí lo sé, queda feo que diga eso, pero era una realidad con explicación. Mi padre, a sabiendas de mi mala condición deportiva, teniendo en cuenta que poseo, hasta el día de la fecha, 2 pies izquierdos y redondos, siendo derecho; que con 6 añitos apenas, corría media cuadra y me agitaba como si fuera fumador activo de hace años; mi poder de concentración se resumía a 2 minutos, el resto pasaba intentando “pisar mi sombra” (dato el cual ya escribí en la columna N° 133); por eso decía, que mi viejo, a sabiendas de todo eso, le suplicó al técnico que me pusiera en el equipo, que jugara algunos minutos aunque fuera.
Y el DT, conocedor también de mis pocas facultades, lo pensó unos segundos y le propuso ponerme a jugar solo y cuando la diferencia de goles fuera de 5, tanto a favor como en contra. Nunca fue a favor, por eso cada vez que nos hacían un gol, yo festejaba… me querían matar!! A los 5 goles, entraba a jugar, de “ja”… de”ja”la pasar. Igual nunca me adaptaba a una posición, yo correteaba libremente por el verde gramado, muchas veces sin una dirección en particular, si justo por ésas casualidades de la vida se cruzaba la pelota, yo le pegaba, si se cruzaba algún fémur también. Y fue en un partido cualquiera, en uno de esos momentos de liberación, en el cual, vi que la pelota estaba quieta, en un punto fijo, sin que nadie la tocara y fue ahí que pensé pa mis adentros: “ta ahí quieta, esperando que alguien la patee, es mi oportunidad”, y salí corriendo como una exhalación, llego a la misma y le pego un puntazo que la mando al arroyo… después de eso veo que todos mis compañeros vienen corriendo hacia mí, “será que hice algo bien”? pensé. No, obviamente que no.
Era un penal a favor que teníamos, la oportunidad de poder marcar un gol, el cual nos era esquivo desde… desde el inicio del campeonato, nunca habíamos hecho uno. Taba todo pronto pa que el “Juancho” le pegara, era el encargado de patear los tiros libres y los penales, por veteranía y por ser el único que sabía pegarle. Y yo lo arruiné. Cuando terminó el partido, en el vestuario, se armó unas discusiones bárbaras!! Yo le pedí al técnico que sacara al Juancho del equipo, por supuesto que se me rió en la cara.
Yo igual seguí yendo, pero no entré a ningún partido más. El fútbol siguió su cauce normal y no pasó nada. Terminamos últimos como correspondía. Hicimos un solo gol en ése campeonato y fue en contra, pero lo gritamos como si hubiera sido la final del mundo.
En cuanto a mí, lo seguí intentando por varios años más… hasta el día de hoy, y sigo. Ya no correteo libremente, ahora camino por el verde gramado, sigo pegándole a todo lo que se mueve y mi concentración en la cancha es nula, pero que me quiten lo bailado… patee un penal pa mi cuadro. Cosa que Neymar no puede hacer, el Edi no lo deja.
Al principio, cuando se creó el club, hubo diferencias en cuanto al nombre, algunos optaban por llamarlo “el cerro”, otros querían ponerle “Pozo FC”, al final mediaron por llamarlo “Cerrito”. Bueno, íbamos perdiendo bien, como era la costumbre, y eso a mí me encantaba… sí lo sé, queda feo que diga eso, pero era una realidad con explicación. Mi padre, a sabiendas de mi mala condición deportiva, teniendo en cuenta que poseo, hasta el día de la fecha, 2 pies izquierdos y redondos, siendo derecho; que con 6 añitos apenas, corría media cuadra y me agitaba como si fuera fumador activo de hace años; mi poder de concentración se resumía a 2 minutos, el resto pasaba intentando “pisar mi sombra” (dato el cual ya escribí en la columna N° 133); por eso decía, que mi viejo, a sabiendas de todo eso, le suplicó al técnico que me pusiera en el equipo, que jugara algunos minutos aunque fuera.
Y el DT, conocedor también de mis pocas facultades, lo pensó unos segundos y le propuso ponerme a jugar solo y cuando la diferencia de goles fuera de 5, tanto a favor como en contra. Nunca fue a favor, por eso cada vez que nos hacían un gol, yo festejaba… me querían matar!! A los 5 goles, entraba a jugar, de “ja”… de”ja”la pasar. Igual nunca me adaptaba a una posición, yo correteaba libremente por el verde gramado, muchas veces sin una dirección en particular, si justo por ésas casualidades de la vida se cruzaba la pelota, yo le pegaba, si se cruzaba algún fémur también. Y fue en un partido cualquiera, en uno de esos momentos de liberación, en el cual, vi que la pelota estaba quieta, en un punto fijo, sin que nadie la tocara y fue ahí que pensé pa mis adentros: “ta ahí quieta, esperando que alguien la patee, es mi oportunidad”, y salí corriendo como una exhalación, llego a la misma y le pego un puntazo que la mando al arroyo… después de eso veo que todos mis compañeros vienen corriendo hacia mí, “será que hice algo bien”? pensé. No, obviamente que no.
Era un penal a favor que teníamos, la oportunidad de poder marcar un gol, el cual nos era esquivo desde… desde el inicio del campeonato, nunca habíamos hecho uno. Taba todo pronto pa que el “Juancho” le pegara, era el encargado de patear los tiros libres y los penales, por veteranía y por ser el único que sabía pegarle. Y yo lo arruiné. Cuando terminó el partido, en el vestuario, se armó unas discusiones bárbaras!! Yo le pedí al técnico que sacara al Juancho del equipo, por supuesto que se me rió en la cara.
Yo igual seguí yendo, pero no entré a ningún partido más. El fútbol siguió su cauce normal y no pasó nada. Terminamos últimos como correspondía. Hicimos un solo gol en ése campeonato y fue en contra, pero lo gritamos como si hubiera sido la final del mundo.
En cuanto a mí, lo seguí intentando por varios años más… hasta el día de hoy, y sigo. Ya no correteo libremente, ahora camino por el verde gramado, sigo pegándole a todo lo que se mueve y mi concentración en la cancha es nula, pero que me quiten lo bailado… patee un penal pa mi cuadro. Cosa que Neymar no puede hacer, el Edi no lo deja.